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El viaje interior

La influencia de la autoestima en el aprendizaje de una lengua extranjera

Hace unos días empezamos el tramo más difícil de nuestra andadura: formular una hipótesis para nuestro proyecto. Desde nuestra partida, intuíamos que teníamos que trabajar las emociones, ya que todos en algún momento de nuestro paso por las aulas como alumnos nos habíamos sentido inseguros a la hora de practicar una lengua extranjera o habíamos conocido algún compañero que prefería callarse antes que arriesgarse a equivocarse por medio a hacer el ridículo.


Nuestro paso por Procesos y Aprendizaje nos permitió descubrir el valor del error en el proceso de aprendizaje, y por ende la necesidad de cometerlos y de saber superarlos para seguir aprendiendo; y gracias a la sabiduría de nuestro guía de Sociedad y Familia, aprendimos la importancia de conectar con las emociones a la hora de educar.


Convencidos que no íbamos desencaminados con nuestra hipótesis, decidimos iniciar este viaje interior e investigar sobre la autoestima y su influencia en el aprendizaje de una lengua extranjera.

Buceando en la Web, consultamos varios artículos interesantes que nos confirmaron la importancia de los factores emocionales en la adquisición de un idioma y la necesidad de fomentar la autoestima y reducir la ansiedad en al aula para mejorar la comprensión y las destrezas comunicativas, en especial la destreza oral.


En nuestro diario de viaje anotamos algunas sugerencias de Soler-Espiauba Conesa (2009) para apoyar la autoestima en el aula de lengua extranjera:

- Incorporar actividades que no sólo tengan fines lingüísticos, sino también metas de carácter personal, como conocerse mejor y conocer a sus compañeros.

- Comunicar al alumno que es valorado, aprender rápidamente su nombre.

- Mostrar confianza en sus actividades.


Para disminuir la ansiedad, la autora también nos da las siguientes pistas:

- No interrumpir con correcciones continuas al alumnado.

- Evitar ejercicios en los que se debe intervenir siguiendo un orden lineal para que el miedo no vaya creciendo conforme el turno del alumno se va aproximando. Saltar de un alumno a otro sin orden predeterminado.

- Favorecer la interacción sin que el profesor sea sistemáticamente el interlocutor central.

- Desdramatizar el fantasma de los exámenes.

- Hacer del humor un elemento esencial en el aula.


Confirmada ya nuestra hipótesis, y con algo menos de ansiedad, nosotros, los cuatro aventureros nos disponemos a seguir con nuestro reto de aprender a innovar y a descubrir nuevos territorios.


¡Hasta pronto!

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